jueves, 27 de diciembre de 2007

SANTIAGO ALMADA: Antología de poesía Mística del Interiorismo.

El doctor Bruno Rosario Candelier, catedrático, lingüista y titular de la Academia Dominicana de la Lengua, es también el creador del Movimiento Interiorista y del Ateneo Insular, orientadores ambos de un tipo de poesía que se caracteriza por una constante búsqueda de la perfección del alma y de un diálogo con la belleza como serena expresión de la voz de Dios. La poesía del movimiento interiorista se caracteriza precisamente por la profundidad de su lenguaje y por el elevado discurso de los poetas, que se acercan a través del entretejido de palabras a la máxima expresión de la pureza, del amor espiritual, incluso a la presencia de la divinidad en los seres y las cosas.

El sentimiento místico es precisamente un alejamiento de las cosas materiales en lo que tienen de apariencia exterior para solazarse en la belleza que anida en lo profundo, la poesía se convierte entonces, más que en un ejercicio de la estética, en un camino de trascendencia, semejante al destino que buscaban los anacoretas y los ascetas para encauzar un diálogo profundo con la creación, desde sus más portentosas manifestaciones hasta la más modesta y humilde forma de los vegetales, del agua, de la luz y de la sombra como manto que envuelve el instante de la oración.


Poesía mística del Interiorismo se inscribe así en la serie de volúmenes que el Ateneo Insular da a conocer con cierta regularidad, en este caso se trata de una antología que incluye datos biográficos y selecciones de poemas de autores extranjeros como Juan Miguel Domínguez, Teodoro Rubio, Gonzalo Melgar de Corral y María del Carmen Soler, por citar solo algunos. En los capítulos correspondientes a los autores dominicanos inscriptos en este movimiento aparecen poemas de Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, José Frank Rosario y Juan Francisco Barranco, entre otros.é Frank Rosario y Juan Francisco Barranco, Valentín Amaro entre otros. En el primer capítulo del libro el doctor Bruno Rosarioo Candelier hace una breve introducción a la orientación espiritual y estética del movimiento interiorista, en la que explica algunos de sus principios, como la el sentido místico, el sentimiento de la belleza como vínculo con lo divino, la identificación con la expresión estética, cósmica y mística de lo viviente.


En esta época, que el poeta Juan Gelman define como "tiempos tan antipoéticos", no deja de ser una verdadera caricia para el espíritu la noticia de que un grupo de poetas apuesta a la belleza, a la trascendencia, a la búsqueda de la divinidad en todas sus manifestaciones, lo que de por sí constituye una demostración de que la poesía, por su relación estrecha con lo divino, es también una expresión de la inmortalidad




Ver artículo en CLAVE DIGITAL:






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lunes, 22 de octubre de 2007

Mi ingreso a LOS JUGLARES DE LA ACADEMIA

SD . "Vlía o el desnudo vuelo de la diosa blanca" fue el titulo de la conferencia dictada por el poeta Valentín Amaro para formalizar su ingreso como miembro del Grupo Juglares de la Academia, coordinado por Jaime Tatem Brache.

El acto, realizado en la sede de la Academia, estuvo encabezado por el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia e ideólogo del Grupo; el poeta y académico don Víctor Villegas; el coordinador del Grupo, Tatem Brache y Amaro, quien hizo posible un poético ambiente donde los asistentes se adentraron en el mundo enriquecedor de la poesía sorprendida a través del acertado análisis que realizó en torno a Vlía, poema de Freddy Gatón Arce.

“Vlía es considerado uno de los grandes poemas de la lírica dominicana”, aseguró Amaro.

VER REPORTE AQUÍ:

http://www.diariolibre.com/app/article.aspx?id=120369

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sábado, 11 de agosto de 2007

PETRA SAVIÑÓN: Valentín Amaro, sembrador de versos


Verdinegra y alborotada, exactamente así, como el verso con que inicia el poema Adán es la poesía de Valentín Amaro, textos que se plasman en un juego de palabras en el que se mezclan el tedio y el cansancio con toques de dulzura y sublimidad.

Por un lado, es el poeta que se mira a sí mismo desde el fondo de sus ojos, con todas las angustias a cuestas, por el otro, el hombre que no lograr desasirse del niño que pide a gritos dejar oír sus voces.

La tristeza y la alegría que marcan su canto tienen en común que están atadas a la sublimidad y a la sencillez que se vuelven descomplicadamente profundas en sus manos.
En el temblor de las visiones es un libro que deja a Amaro en la desnudez total cuando dice, por ejemplo “Hoy mis pies no responden las frases aprendidas no resultan y mi tímido y triste andar no me salva”.

De esa manera, describe un estado en el que la impotencia se hace dueña y a la que nada se le reclama, porque a veces no hay tiempo ni ganas y porque las fuerzas fallan, como en estos versos: “El hombre una casa viva y vacía un silencio pesado como el mundo”.

Esa agonía también sabe dar paso a la ternura: “En este absurdo de mis horas/ me duermo con mis lunas y sueño”.

© Petra Saviñón
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miércoles, 8 de agosto de 2007

De una costa a otra: La joven literatura puertorriqueña y dominicana


Por Ángel Matos.

Un día, un sentimiento salvaje, inesperado, indiscriminado, tocó las fibras de mi virgen corazón que comenzaba a darse de cuenta que ya no era niño y nació la palabra. Luego, el tiempo me fue llevando, las palabras invadiendo, y conceptos como tiempo, fe, libertad, fronteras, nación, hombre, Dios, inclusive ese inciso sentimiento que alguien luego me dijo que se nombraba con la palabra amor. Entonces, un día, la neblina de mis ojos se esfumó y ese día mismo día me miré desnudo, lleno de letras que se iban conjugando y me di cuenta que era escritor, sin que nadie me nombrara, sin que nadie me tuviera, sin que nadie, ni yo mismo, me tuviera.


Entré a la universidad. Siendo un joven ansioso y vicioso de mirar y de sentir, se me fue acercando gente aún no sé ni por qué. Entonces, nos dimos de cuenta que algo nos unía, que algo nos había juntado y era una pasión por el arte de juntar letras, palabras, líneas y éramos anónimos escritores; de esos que tienen las libretas masacradas de letras solitarias, instantes, íntimas en las cuales se nos fugaban sentimientos, ideas y lenguajes comunes. Así la cafetería de la universidad se volvió lugar de encuentro y cada vez más se nos fue juntando gente; se nos fueron juntando otros y otros. Luego, la universidad y salón de clase se me hizo pequeño y me lancé del campo en donde estaba la universidad, a la ciudad, a la urbe, a la selva de concreto. Entonces, en ese lugar encontré ecos y mi voz tomó otro tono, otra temática, otra textura. Y mi voz, entre esos edificios, entre los adoquines, entre los deambulantes, entre los olores particulares, encontró compañía, espejos, siluetas que acompañaron la mía, voces que poblaron la mía. Ese día miré mis palabras, las de ellos; repasé mis estudios de literatura, y me di cuenta que otra cosa se iba fraguando en cada rincón de una isla que alguien en algún momento llamó Puerto Rico.


Así me fui involucrando y gente se fue involucrando en mí. Participé de actividades, comencé a crear actividades en grande y fui conociendo gente de mi edad o cercana y me fui enamorando de sus textos, de sus modos de decir, de sus formas de mirar y mirarse, de sus textos y contextos. Igual me comenzaron a mirar escritores mayores, esos que uno admiraba de sus clases de literatura y que ahora te tocaban y los tocabas en carne, en palabras habladas, en miradas cercanas. Ese contacto me fue nutriendo muchos de ellos para bien y otros no tantas, pero genial todo. Una noche, luego de una velada larga e intensa, en alguna cama de algún hospedaje universitario, estiré mi mano y chocó con un libro: Las palabras del árbol de Elena Poniatowska, cartas que se carteaba con Octavio Paz; ahí unos versos cambiaron para siempre mi mirada y al otro día, cuando me recuperé de la noche, salí corriendo a la biblioteca y comencé a digerirme al gran escritor mexicano; entonces ya no pude ser el mismo escritor ni el mismo hombre.


Un día de esos y lleno de tecnología, conociéndome y mirándome hijo de la tecnología y de la informática, me dio con crear una página web para publicar e importar y exportar la joven creación literaria que se estaba haciendo en Puerto Rico; de ahí nació mi página En la Orilla (http://www.enlaorilla.net/). Con su publicación virtual, se fueron acercando cada vez más otros jóvenes escritores y mi vida de bohemio en noches de poesía me acercó a otras voces que fue seduciendo para formar parte de este proyecto. Eso me hizo ir pensando qué nos unía, qué buscaba en un escritor joven, quiénes y cuántos seremos, qué trabajamos, qué somos, qué nos da identidad.
Con el tiempo, con el fluir de la vida, esas respuestas fueron tomando forma, identidad, consistencia. Para ese tiempo ya una serie de escritores contemporáneos comenzaban a abrirnos paso, sobre todo Raúl González, mejor conocido como Gallego, y Guillermo Rebollo Gil. El éxito editorial de ellos, la proliferación de noches de poesía, el acercamiento que se dio entre poetas jóvenes de Puerto Rico y Nueva York, el auge de Internet y de correo electrónico, cierto feeling que dio el cambio de siglo, la avalancha de información por todos los medios, la aceptación y explosión de géneros musicales hasta entonces socialmente marginados como el rap y reaggueton, inclusive en el arte con los grafiteros, la ruptura con las tradiciones y la coincidencia de que casi todos seamos escritores con alguna preparación universitaria, aunque no necesariamente en literatura; y la realidad literal y metafórica de vivir en una Isla del Caribe que marca nuestros textos y nuestra identidad y en la cual vive en concubinato lo real maravilloso con lo maravilloso de lo real. Entonces, nos comenzó a unir la experiencia de simplemente ser, de cada cual tener una identidad, una forma de expresión consistente y darnos cuenta que aún sin conocernos, nuestros trabajos conversaban; la aceptación de la diversidad y el tratamiento de ella lo cual nos unió también temáticamente; la aceptación de nuestra condición de escritores marginados por nuestra edad y por lo que decimos, y la tolerancia y amigabilidad con escritores de generaciones que nos precedieron y quienes nos aceptaron y son maestros, amigos y colegas.


La literatura actual y joven puertorriqueña es protagonista y protagonizada por anónimos cada vez más conocidos; es decir, de nombres que se escuchan en suburbios de los lugares en donde el arte está y llega. Sobre todo, esos nombres resuenan en lugares marginados en donde la joven escritura ha encontrado espacio de exposición y encuentro como barras en las cuales se hacen noches de poesía o por los callejones en donde la gente se reúne a compartir la intensa experiencia de estar vivos; ya no la academia. Respecto a la academia, ha perdido ya su importancia como punto de fomentación de los escritores y queda básicamente limitada a se un lugar de “comemierdería intelectual” que hace a veces encuentros de escritores disque para estar a la vanguardia y buscar ser protectores del conocimiento universal y censores de la estética que debe regir el arte. Es una literatura que trabaja para y desde los espacios cotidianos. Que escribe con conciencia de la marginación y por lo tanto, escribe con una mirada desde el suelo y con un discurso sincero, efervescente, con sorprendentes peripecias lingüísticas y con una expresión sencilla sin caer en lo simplista. Hablamos de una literatura escrita por jóvenes educados, con una educación que no se limita a la educación universitaria, sino el hambre de aprender y de leer que nos lleva a devorar textos, a comentárnoslos entre nosotros mismos y a asimilar las lecturas que hacen. Es un grupo que se conoce, que se comunica, que se lee entre sí mismos; que reconoce y valora la diversidad; que se puede encontrar fácilmente ya que son accesibles, tangibles y muy humanos, que se comunica por lo general entre sí ya sea por correo electrónico o teléfono. Una literatura que no tiene pretensiones pedagógicas o moralista, sino simplemente señalar desde un Yo íntimo y parte de un todo. Es una literatura y unos escritores sin fronteras y sin límites que acepta corrientes de afuera y que tiene especial mirada a los compañeros nuyoricans. Hablamos de unos escritores que hacen de la vida poesía y de la poesía vida.


La poesía joven de Puerto Rico tiende puente con Santo Domingo. Esa literatura confesional, íntima, con toque social, con mirada globalizada, con presencia y esencia, de tendencia a la izquierda, de mirada punzante, de discursos plurales y constantes, de ver el mundo como la gran isla en el Universo y de vernos como parte de un todo que es cada vez más complejo. Así nos abramos desde el espacio que lo virtual nos ha permitido con poetas tan importantes como Marivell Contreras, Rey Andujar, Patricia Minalla, Mateo Morrison, José Mármol, Valentín Amaro, Argelia Aybar, Taty Hernández, Carmen Pérez, entre tantos otros. Nos leemos, nos entendemos, nos abrazamos en palabras; extinguimos fronteras con palabras, con planes comunes, con deseos de crear y siendo cada uno un ente único. Cada cual en su acento, nuestras literaturas son constantes, corrientes, compartidas, irreverentes a los cánones. Puerto Rico y República Dominicana estamos abrazados y hermanados por la historia, por el Caribe y ahora por una generación de escritores sin fronteras mentales, ni físicas ni ideológicas. Nos une un mar, una historia, una sangre, una base musical y una emigración tan legal como ilegal entre una isla y otra, en cuerpo y palabras. Cada día me doy cuenta que la tierra de don Pedro Mir y de Palés Matos son la cuna del gran sancocho caribeño que nos reúne y une aquí y ahora, ayer y allá, mañana y donde sea, con un mismo idioma y una misma palabra que nos hermana e imana. Así es la vida.

lunes, 23 de julio de 2007

LEYENDO A YELIDÁ

A la memoria del poeta dominicano
Tomás Hernández Franco



Arde la noche
en este calafateo de sombras

Ya no es Madame Suquí
son tus versos martillando mi memoria

Y es que de pronto te encuentro
con tu mirada perdida
y ese estilo de peinar tu pelo negro

Arde la noche, Tomás
es turbio el hemisferio del miedo
y es triste la mirada de la negra
que en la distancia nos mira

Te leo y te miro
en tus bohemias de París
aprovechando los espacios
para buscarte en tus raíces
tan negras tan ricamente negras
tan inefablemente negras

Talvez todo fue una forma
de combartir el miedo
la distancia y el silencio

Te leo y te miro
y ya casi me encuentro
afuera, un perro grita
a la calle burda y vacía
y la noche sigue triste
como una hoja amarilla bien llovida


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sábado, 21 de julio de 2007

EL POETA






Gris y descalzo
el poeta arma su hendidura
se busca en su infancia
—patria de la que nunca ha logrado escapar—
disperso en imágenes
y desgarrado
en el tedio de las horas






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viernes, 20 de julio de 2007

MEDIANOCHE Y DESTIERRO

“Todavía me duelen
las manos que me faltan”
Olga Orozco


Se mete la noche en mi boca
en mis manos un torvo tiempo
andar de lodo y cieno
en iras cargadas de horas

Y otra vez,
mi agónico grito de cantor
vidente a tientas en el tedio de las manos
vieja iglesia plena de sombras

Y seco y tendido y muerto
me vuelco en queja lenta
y celebra mi destierro
un cielo indiferente

Densas hojas negras
caen de mi árbol
y me anula en sus corazas
la noche

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martes, 17 de julio de 2007

GRISES


Beso de luna. Fría la noche
y ensartados en su urdimbre
los tristes hombrecillos
se levantan

A dura voz
uno a uno preguntan
el por qué de su caída

Nadie les ha dicho
que son polvo y olvido
tránsito y quimera
sombra y nostalgia
y tristes partos
de un raro dios
sin nombre

ALBERTO MARTÍNEZ MÁRQUEZ: "La poesía de Valentín Amaro"



"La poesía de Valentín Amaro se caracteriza por esa búsqueda constante de la esencia de las cosas. En el ordenamiento del cosmos, la palabra intenta otro orden alterno, y es precisamente la palabra de Amaro la que reordena el orden para erigir otra otredad inventiva. Las imágenes que transitan por estos poemas no buscan ser novedosas sino efectivas, porque aquí propenden a la dispersión de los sentidos. En Valentín Amaro tenemos a una de las voces más intensas y dinámicas de la actual poesía dominicana".
Alberto Martínez Márquez
Poeta caribeño
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Alberto Martínez-Márquez nace en Bayamón, Puerto Rico, en 1960. Poeta, narrador, ensayista, dramaturgo, editor y activista cultural. Junto al historiador y escritor Mario R. Cancel publicó El Límite volcado: antología de la Generación de Poetas de los Ochenta (Isla Negra: 2000). Tiene a su haber el poemario Las formas del vértigo (Isla Negra: 2001). Sus poemas y relatos han sido publicados en revistas y páginas de internet de Puerto Rico, República Dominicana, México, Estados Unidos, Canadá y España. También su poesía figura en los volúmenes: Antología de poesía puertorriqueña (tomo IV) (1993), Maestros desconocidos de la poesía hispanoamericana (2002) y Los nuevos caníbales: antología de la más reciente poesía del Caribe hispano (2003). Su pieza teatral "Harry y la gorda" ha sido incluida en Expresiones: muestra de ensayo, teatro, narrativa, arte y poesía de la generación X, publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (2003). Es editor de la revista cibernética Letras Salvajes www.geocities.com/letrassalvajes) y de la Página del Poeta Invitado (www.geocities.com/poeta_invitado).

En el temblor de las visiones, de Valentín Amaro: Inocencia y perfección


Por José Alejandro Peña

Con su libro "En el temblor de las visiones", Valentín Amaro pone al descubierto una clave (la misma que pusieron Rilke, Huidobro, Lezama Lima, Del Cabral, etc…en un pedazo de tiempo o de papel espléndido): La poesía es un crisol de visiones y previsiones marcado, al mismo tiempo, por una sospecha, y por una certeza que comunican una angustia con otra y un goce reciente con uno antiguo, es un despertar en un sueño más poderoso que los residuos perdidos de la realidad fundamental del hombre, sin la cual todo intento poético está destinado a la superchería, a la chapucería, al sentimentalismo vano, al balbuceo estrepitoso, a la blandura de espíritu, a la dejadez expresiva que se vuelve asquerosa y anémica…Hay en sus poemas fortaleza, agudeza, armonía y limpieza ¿qué más se le puede exigir si ya lo tiene todo consigo?"Temblor" y "visión" definen su poesía desde el comienzo hasta el final del libro. Temblor, que indica la inocencia desprevenida y ardiente y visión, que indica la experiencia del que anuncia las cosas futuras y presentes. El mundo hace tiempo que perdió su inocencia, ahora la busca con angustia sin poder dar con ella. Para ir mucho más acorde con la corazonada de Rimbaud ante el golpe que neutraliza o parte en dos aquello de que no se sabe su existencia real, mas sin embargo, se le puede presentir mediante el juego y la forma, ¿y qué es el poema sino lo manifiesto y lo hermético, es decir, lo recóndito, lo amplio, lo lacónico, lo que se hace mortal a cada hora para que el tiempo no se sienta humillado? Ya que toda forma secreta su juego, y todo juego, manifiesta la forma de un mundo igualitariamente desigual o humano, esta poesía se completa así misma al fragmentarse en formas, en repeticiones de siluetas y crisálidas, brotes prófugos y sentencias espesas, sueltas o hermanadas…Valentín Amaro es un poeta que sabe convocar y unir mundos disímiles, sabe que toda gran metáfora no podría serlo sino a cambio de un devastador intercambio de cosas comunes, que dejan de serlo para convertirse en algo mucho más perfilado y profundo, más pleno y más vital.
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José Alejandro Peña nació el 9 de julio de 1964 en Santo Domingo, República Dominica.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1986 con su libro “El Soñado Desquite”. Este libro despertó curiosidad en los poetas de su generación y sigue siendo un libro emblemático entre los poetas más jóvenes. Pese a que algunos críticos se aferran fácilmente a la idea de que este es el mejor de sus libros, no debe ignorarse la calidad e importancia de su primer libro publicado en 1984: Iniciación Final. Es con la publicación de Pasar de Sombra (en 1989) que nuestro poeta alcanza mayor nivel de prestigio entre los intelectuales de su país. Sus libros posteriores muestran a un poeta, igualmente maduro, con una imaginación desbordante y mordaz.

Reside en los Estados Unidos desde hace más de una década. Allí funda y dirige la revista e impresora de libros El Salvaje Refinado (www.elsalvajerefinado.net) .

Ha traducido poemas de Wallace Stevens, Mark Strand, Ezra Pound, Vasko Popa, entre muchos otros.

Fundó la Sociedad Internacional de Escritores, y dirige las revistas de poesía Paradoja y The Refined Savage Poetry Review (en inglés).

Bajo el sello de su propia casa editora, ha publicado un volumen de sus Obras Poéticas, en el cual reúne ocho de sus libros publicados entre 1984 al 2004: Iniciación Final, El Soñado Desquiete, Pasar de Sombra, Estoy Frente a ti, Niña Terrible, Blasfemias de la Flauta, Mañana, el paraíso, El fantasma de Broadway Street y otros poemas, y La vigilia de todas las islas.

Sus poemas han sido incluidos en varias antologías nacionales e internacionales y dos de sus libros han sido traducidos al inglés. También algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano y al francés.
El texto publicado arriba es el prólogo de la segunda edición del libro "En el temblor de las visiones" , por Obsidiana Press y la Sociedad Internacional de Escritores
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Delirando


Un hombre
—molesta náusea de siempre—
viejo sombrero olvidado
caja abandonada y vacía
mueca de un payaso jubilado

Asilado porque sí
muerde su lengua
gruñe solo
estalla en cada oquedad perdida

Grita su oscuridad
embiste las frías paredes

Se cae
cree levantarse
y no puede

Se sabe perdido
no responden sus dioses de la tierra
los jerarcas de su insomnio
delira, agoniza, muere

Afuera hay fiesta alborotada
y cantan los gallos…

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miércoles, 11 de julio de 2007

"En el temblor de la visiones", de Valentín Amaro



Por José Acosta

"Levántate y anda", y el cadáver se levantó y ante él apareció el camino terrenal, recipiente de las huellas, y el camino temporal, recipiente de las horas. Y la «hora», en el poemario En el temblor de la visiones, de Valentín Amaro, es una llave que abre todos los espacios, repletos de imágenes que se abren "como lagartos", y de ese "yo" del poeta que es un "espantapájaros que anhela el cielo", un "perro hambriento que lame una estatua húmeda". Como una queja, el poeta descubre que "a esta hora, el atalaya de la torre no está", y es que muchas veces, bajo nuestras visiones, el tiempo (la hora) no marcha a la par de lo terreno (el atalaya). Entonces, "en el insomnio/ cargado de horas/ (aparecen) las preguntas punzantes:/ ¿Qué hacer cuando la máscara se cae?".
El poeta descubre que en el hastío, la "hora" es un trozo de eternidad, que enfrenta al hombre a su propio vacío. Y en esos momentos saturado de "un mutismo de horas infinitas", el poeta se pregunta: "¿Qué hacer con el fétido aliento/ de las horas?". Ese desencanto, ese abatimiento, el poeta lo manifiesta en los siguientes versos: "Otra vez/ el sonámbulo andar de la parda/ agonía de saberse vivo/ con el mensaje a cuestas/ y la prisa de las horas/ insistentes, oblicuas/ cayendo".
En el temblor de la visiones es un libro envolvente, sutil, nebuloso, que al leerlo se tiene la sensación de haber pasado por las calles de una ciudad en ruina, hasta llegar a sitio seguro "en la hora feliz de las luciérnagas". Por el manejo del lenguaje, rico en imágenes plásticas y sonoras, por la atmósfera que logra a través de sus versos, Valentín Amaro alcanza con este poemario un sitial relevante en la poesía dominicana de este principio de siglo.
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JOSE ACOSTA, (Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1964). Escritor y agrónomo, reportero del rotativo neoyorquino EL DIARIO/LA PRENSA. Con su primer libro Territorios extraños, ganó el Premio Nacional de Poesía de su país en 1993. Con Destrucciones obtuvo el Premio Internacional de Poesía "Odón Betanzos Palacios" de Nueva York, en 1998. En el 2000, a su libro de cuentos El efecto dominó se le otorgó el Premio Nacional Universidad Central del Este. En el 2001 ganó el premio único de cuentos, en el Concurso Internacional de Cuentos de Pecx, una organización colombiana de Nueva York. En el 2004, su poemario El evangelio según la Muerte obtuvo el Premio Internacional de Poesía "Nicolás Guillén", de México. En el 2005, ganó los premios nacionales de novela y cuento que otorga anualmente el gobierno dominicano a través de la Secretaría de Estado de Cultura. En 1999, el gobierno dominicano reunió su obra poética en la Colección Fin de Siglo.


lunes, 9 de julio de 2007

Valentín Amaro: La afirmación viviente de su verso



Por Miguel Antonio Jiménez

Interior el destino acentúa la conciencia de la libertad. En Valentín Amaro su voz es la voz de una conciencia. Su acción poética es movimiento de una voluntad diáfana. La solidez de este libro descansa en la conciencia de su horizonte creativo. La imaginación creadora es una tentativa de su espíritu poético por encarnar en una poesía de acción humana en el manantial de una creación legítima.

En el temblor de las visiones es una acción singular y pasional de la vida donde la intuición del poeta ahonda en la validez esencial de sus raíces. En estas páginas pensar y sentir la vida es una obediencia a las formas que registran su canto. Es activa la contemplación de Valentín Amaro. La afirmación viviente de su verso arroja una llama de modernidad creativa que dialoga en la página su pasión de libertad y belleza.

Entre la palabra y la forma, la intensidad toma cuerpo dentro de una afinada enunciación que expresa su incesante deleite poético en la constancia creativa. Interesa a la conmovida apelación de su discurso el condenso mágico ante las cosas desde una mirada que bulle en el renacer de la poesía

La vida fluye en él como rueda el océano en persistentes olas, dando el clima líquido a cada circunstancia que desnuda los sueños. Su corazón se reparte en los acentos de su sensibilidad. En estas páginas primero es la poesía donde llega a ser vivido lo humano. Activas posibilidades de emoción se abren al lector en correspondencia con su universo.

Su entrega a las actividades del Taller Literario César Vallejo, del cual es un miembro meritorio, es aliento y remache de sus convicciones en la razón de que el poeta debe asumir la poesía como un oficio permanente y como una razón de vida.
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Miguel Antonio Jiménez (Hato Mayor del Rey, República Dominicana, 1955). Dirige el Taller Literario César Vallejo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue colaborador del suplemento “Ventana” del periódico Listín Diario. Su poesía ha sido traducida al italiano. Ha sido antologado en la Enciclopedia dominicana (1994), Novísima poesía dominicana (1984), Estos días (1984) y Juego de imágenes (1995; 2001). Ha editado los dos tomos de la antología de poetas del Taller César Vallejo: Al filo del agua (2000). Sus poemarios son: Temblor de pasos (1995), Amante del amor (1999), El laberinto terrestre (2003) y Nervio de lo oscuro (2004). Su poesía es ampliamente difundida en varias antologías virtuales de poesía.

El texto publicado arriba es el prólogo a la primera edición del libro "En el temblor de las visiones", publicado por la Editora Nacional y Ediciones Ángeles de Fierro, Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2006

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