martes, 19 de mayo de 2009

ODA A GASPAR HERNÁNDEZ


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Por tu alegría y tu decisión de ser
¡Pueblo mío, dulce pesar en mi costado!

Por Orí, Las Canas y Candor
por el amor que guardé para Rosa Pérez
y que nunca se lo dije
por el Chino que me enseño Historia y Geografía
y que usaba una plumita para hacerse cosquillas en el oído
por la carrera que un día me dio Julián Hidalgo
porque le saqué la lengua
por Cheo Suriel que me descifró el misterio de vocales y consonantes
por Dachi que rifaba unos dulces sabrosos
porque todavía sigo buscando a Mistercren
por tus calles de polvo y olvido
y porque lloré cuando a Tunto
lo enterramos en una fría caja de arenque
por Banje, por José el loco
por el té de María Bubulo mientras esperaba al Flaco
 para ir a Santo Domingo
por Billo que tuvo un solo jumo en su vida
por Kerubin corriéndole a las llamas
por mi hermano Luis Amaro vestido de Bombero
por Blaki que me enseño a jugar y a soñar
por la negra que no recuerdo su nombre
y que me enseñó el arte de amar en el río
por mis visiones en Lomeyerba, El Jobo y Ojo de agua
por el amor que le tuve a Margarita Polanco
 y que tampoco se lo dije
por los tigueres en la esquina de Chua
por Perico leyendo la Biblia en las mañanas
y saludando como un patriarca
por Melaza que se llevaban a los muchachos
que andaban descalzos
por los Padrax en polvo que me dio Torres
para matarme las lombrices
por Ofelia que aún sigue pidiendo bola en la carretera
por el Maco Penpen
por la rubia Anyelina que aún me espera en El Plaza
por Bulla y el Loco Lamber escuchando a Paniagua
mientras íbamos a Moca
por los ojos café de una mujer que amé en el Cantonal
porque siempre quise ir al Viejo París y en un rebú
 partir una botella y después correr
por el miedo que algún día le tuve a Gallo Loco
por Langosta, por Moreno el de Cocola,
por  la loca de Maraca, por Masó y Kin Kin
por Carlito el de Dedé buscando sueños en el mar
por Fátima, Rá, Roberto Rivas, Gogoyo, Yani
y todos los que un día me vendieron sueños
por la loca que perdí en el Semillero
por mi Rio Joba que vive y muere cada año
por el Borinche que me dijo un día: “Todavía estoy vivo”
Por esto y por más, pueblo mío,
dulce temblor en mi costado
sobresalto de mis noche
¿Cómo olvidarte?
¿Cómo deshacerme de tus nudos
y de la alada invasión de tus sueños perennes?

Pueblo mío,
desesperado rumor que traduzco en estos versos
salobres, distantes, cotidianos
como la inmensa canción

que un día me diste.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Valentín Amaro: En el temblor de las visiones

Tendré un nuevo ser
un ritmo cenital que me hace
libre de todos los augurios de la tierra”

Francisco Matos Paoli


Danzando en derredor
el hombre preciso corta el trigo
sin parar, jadeando
como quien se muere amando sudoroso
a una mujer negra
extrañamente negra
eternamente negra


Habla en lenguas, gime
y es su gemido el desgarre
de un dolor de años, de siglos.


Busca los dioses de su mundo
de su atragantado mundo
de su vulnerable mundo
pero es tarde y nadie le escucha
nadie sabe de su luna colgando en su infancia
nadie sabe de los espectros girando en torno suyo
nadie ha esgrimido su espada en el hambre siniestra
nadie le ha visto caminando
en las paredes desnudas de su casa
ni cuando en su extrema paranoia araba su invierno
y volvía a su niñez agreste y cansada
hablando con sus muertos
y cruzaba la pradera
donde cada noche Isabel le salía
como en una pintura de Geo Ripley
con su falda negra
y le cubría el rostro
y volaba hasta desaparecer entre los árboles
dejándolo inerte, moribundo
hasta que un temblor de visiones le despertaba
y volvía a su casa y cantaba hasta amanecer
llorando, volviendo a la vida. ©