domingo, 21 de agosto de 2011

“SANTO DOMINGO AÑO CERO Y EN CURSO O LA CONTINUIDAD DE UN DIÁLOGO PENDIENTE”

Por Valentín Amaro
“Pero estar en conversación significa salir de sí mismo,
pensar con el otro y volver sobre sí mismo como otro”.
Esta frase que acabo de citar y que está en el libro que presentamos hoy es de Hans-Georg Gadamer, filósofo y hermeneuta alemán y que bien nos puede dar desde mi punto de vista, algunas de las claves de este nuevo libro de Orlando Muñoz, titulado “Santo Domingo. Año cero y en curso”.
Hace ya casi una década en el escenario del Taller Literario César Vallejo hemos aprendido que toda gran literatura es una conversación en el tiempo. Orlando Muñoz, educador, poeta y vidente de su tiempo ha sido uno de los más insistentes en señalar esta frase. Por ello su libro “Santo Domingo, año cero y en curso” es justamente una conversación donde su autor ha elegido salir de sí mismo, pensar con los otros y volver sobre sí mismo como otro.
Para esta conversación ha elegido lo mejor de la tradición poética dominicana. Su diálogo va desde la insigne Salomé Ureña de Henríquez hasta el siempre recordado y necesario René del Risco Bermúdez. Son los poetas de su media isla los que le dan razón para el grito y la denuncia
Porque como siempre y como todos seguimos buscando el amor por la tarde
y en los ojos de un ángel alguna ilusión
Porque he aquí en la primera parte de este intenso poemario la república en su año cero permanente.
E inicia el diálogo haciendo la connotación de esas voces que todavía transitan la ciudad:
Allí donde hoy la luz
No puede conjugarnos
Deambulan por el aire
Las almas en pena
Y al conversar con nuestra poeta nacional Salomé Ureña grita:
¡Pobre de ti
Y pobre de nuestra patria, Salomé!
¡Ni esplendor
Ni memorias venerandas
Ni soberbios monumentos…!
Todo esto porque la ciudad es la misma. Las ruinas a las que hizo referencia Salomé persisten. No han bastado los tímidos verdores que a veces llegan. Somos una idea extrañamente inconclusa, pendiente.
Y es entonces que llega el turno a Don Pedro Mir:
fluvial y triste y liviana
como ala de murciélago en la brisa
Y en la elegida intertextualidad que caracteriza a este libro pregunta,
¿Quién la busca, Pedro?
¿Quién pregunta por ella?
Y ya en el momento del encuentro con René del Risco, uno que al parecer no acaba de marcharse y camina más que nunca esta ciudad cada día y nos encuentra y nos grita que una inexorable soledad de café / de implacables ojeras, de ceniza
Porque el mismo viento frío sigue acercando su hocico hasta nosotros, un viento frío que aumenta el miedo, el presagio y la carga.
Leer a Orlando Muñoz en “Santo Domingo, año cero y en curso” es acercarnos, sin lugar a dudas a uno de los creadores más concientes de su oficio, de su llamado en este tiempo. Cada palabra, cada estrategia escritural dispuesta en estas páginas es muestra de un creador que sabe que la poesía es y lo repito un verdadero llamado, un sacerdocio.
Los poemas de este libro y del comentario que hago pueden parecer pesimistas. Pero no, los mismos convocan una carga de intimidad, una resonancia afectiva, como una melancolía guardada y recóndita que el poeta libera al rozar con la palabra sus objetos conductores. La fuerza está en la imagen y en la emoción difusa que ella contiene. Estas imágenes revelan secretamente un mundo, un universo poético, una manera de mirar.
Ya al final del texto el vidente invita a formar otra nación a sabiendas de que los dueños del tiempo son crueles / prometen / olvidan / se lavan las manos que depredan, sonríen y traman espantos
Y es que a pesar de todo añoramos participar del milagro alguna vez.
Enhorabuena este nuevo poemario de Orlando Muñoz quien sin duda alguna es, como bien afirma Miguel Antonio Jiménez, “la conciencia cultural y literaria de la actual generación”.

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