Por José Alejandro Peña
Con su libro "En el temblor de las visiones", Valentín Amaro pone al descubierto una clave (la misma que pusieron Rilke, Huidobro, Lezama Lima, Del Cabral, etc…en un pedazo de tiempo o de papel espléndido): La poesía es un crisol de visiones y previsiones marcado, al mismo tiempo, por una sospecha, y por una certeza que comunican una angustia con otra y un goce reciente con uno antiguo, es un despertar en un sueño más poderoso que los residuos perdidos de la realidad fundamental del hombre, sin la cual todo intento poético está destinado a la superchería, a la chapucería, al sentimentalismo vano, al balbuceo estrepitoso, a la blandura de espíritu, a la dejadez expresiva que se vuelve asquerosa y anémica…Hay en sus poemas fortaleza, agudeza, armonía y limpieza ¿qué más se le puede exigir si ya lo tiene todo consigo?"Temblor" y "visión" definen su poesía desde el comienzo hasta el final del libro. Temblor, que indica la inocencia desprevenida y ardiente y visión, que indica la experiencia del que anuncia las cosas futuras y presentes. El mundo hace tiempo que perdió su inocencia, ahora la busca con angustia sin poder dar con ella. Para ir mucho más acorde con la corazonada de Rimbaud ante el golpe que neutraliza o parte en dos aquello de que no se sabe su existencia real, mas sin embargo, se le puede presentir mediante el juego y la forma, ¿y qué es el poema sino lo manifiesto y lo hermético, es decir, lo recóndito, lo amplio, lo lacónico, lo que se hace mortal a cada hora para que el tiempo no se sienta humillado? Ya que toda forma secreta su juego, y todo juego, manifiesta la forma de un mundo igualitariamente desigual o humano, esta poesía se completa así misma al fragmentarse en formas, en repeticiones de siluetas y crisálidas, brotes prófugos y sentencias espesas, sueltas o hermanadas…Valentín Amaro es un poeta que sabe convocar y unir mundos disímiles, sabe que toda gran metáfora no podría serlo sino a cambio de un devastador intercambio de cosas comunes, que dejan de serlo para convertirse en algo mucho más perfilado y profundo, más pleno y más vital.
_____________________________________________________
José Alejandro Peña nació el 9 de julio de 1964 en Santo Domingo, República Dominica.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1986 con su libro “El Soñado Desquite”. Este libro despertó curiosidad en los poetas de su generación y sigue siendo un libro emblemático entre los poetas más jóvenes. Pese a que algunos críticos se aferran fácilmente a la idea de que este es el mejor de sus libros, no debe ignorarse la calidad e importancia de su primer libro publicado en 1984: Iniciación Final. Es con la publicación de Pasar de Sombra (en 1989) que nuestro poeta alcanza mayor nivel de prestigio entre los intelectuales de su país. Sus libros posteriores muestran a un poeta, igualmente maduro, con una imaginación desbordante y mordaz.
Reside en los Estados Unidos desde hace más de una década. Allí funda y dirige la revista e impresora de libros El Salvaje Refinado (www.elsalvajerefinado.net) .
Ha traducido poemas de Wallace Stevens, Mark Strand, Ezra Pound, Vasko Popa, entre muchos otros.
Fundó la Sociedad Internacional de Escritores, y dirige las revistas de poesía Paradoja y The Refined Savage Poetry Review (en inglés).
Bajo el sello de su propia casa editora, ha publicado un volumen de sus Obras Poéticas, en el cual reúne ocho de sus libros publicados entre 1984 al 2004: Iniciación Final, El Soñado Desquiete, Pasar de Sombra, Estoy Frente a ti, Niña Terrible, Blasfemias de la Flauta, Mañana, el paraíso, El fantasma de Broadway Street y otros poemas, y La vigilia de todas las islas.
Sus poemas han sido incluidos en varias antologías nacionales e internacionales y dos de sus libros han sido traducidos al inglés. También algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano y al francés.
El texto publicado arriba es el prólogo de la segunda edición del libro "En el temblor de las visiones" , por Obsidiana Press y la Sociedad Internacional de Escritores
.
.